La Ciudad

La foto de la interna oficialista antes de la Convención Radical

Si las elecciones fueran hoy habría una PASO entre Montenegro y Baragiola. Pero Abad mantiene su esperanza de ser un candidato de unidad. En la oposición, Raverta conversó con Ciano. Pulti, más apartado. Bemoles de la gestión.

Por Ramiro Melucci

Vilma Baragiola clama igualdad de condiciones. Maximiliano Abad sostiene su candidatura como una opción. Carlos Arroyo se exaspera. Y Guillermo Castello insiste en que es candidato a intendente. Esa es la foto de la interna de Cambiemos en la semana posterior al fuerte respaldo que recibió del Gobierno Guillermo Montenegro.

En el entorno del diputado nacional celebraron que “el mensaje llegó a donde tenía que llegar”. Entre la retahíla de saludos y apoyos que recibió del gobierno nacional y provincial, el que más festejaron fue el del presidente Mauricio Macri, que le deseó “el mayor de los éxitos” en el desafío de proponerse “para gobernar Mar del Plata”.

Las diferencias quedaron expuestas. A Baragiola no le han concedido ni siquiera una foto con Vidal. Al ver la balanza tan inclinada, Cristina Coria, su principal escudera, salió a reclamar “igualdad de condiciones y juego limpio” para una PASO. Algo que el PRO no le concedió ni a la vicepresidenta Gabriela Michetti cuando quiso desafiar a Horacio Rodríguez Larreta en Capital.

Cerca de Abad minimizaron el video en el que el presidente, la gobernadora, ministros e intendentes respaldaron a Montenegro. Argumentaron que se contaron con los dedos de una mano los que afirmaron que será el próximo intendente. Y ratificaron la estrategia electoral destinada a que el jefe del bloque de Diputados bonaerenses de Cambiemos sea una alternativa confiable para la Provincia cuando llegue la noche del cierre de listas y haya que tomar una decisión irrevocable.

Con las encuestas que favorecen a Baragiola y el Gobierno alineado con Montenegro, si las elecciones fuesen hoy esos serían los animadores de las PASO en Cambiemos. Esa imagen entraña un riesgo para el Gobierno: que termine imponiéndose la candidata que considera menos potable. De ahí que Abad, pese a su agitada agenda tras la salida de Manuel Mosca de la Cámara de Diputados, mantenga su ilusión de convertirse en prenda de unidad. Hace poco no descartó que haya un solo candidato en Cambiemos y se defina por consenso. Estaba hablando de su propio anhelo. La hipótesis no deja del todo claro por qué el Gobierno confiaría más en un radical que en un soldado propio.  

Aunque la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, apareció entre los que saludaron a Montenegro, Castello sigue presentándose como aspirante a intendente y la concejal Angélica González, protagonista en la polémica de los nombramientos, aclaró que es “su” candidato.

La reacción más vehemente la tuvo Arroyo: desencajado, parecía pensar en Montenegro cuando dejó para la posteridad la frase sobre los “idiotas” que “hablan sin saber”. El tema de la conferencia eran los nombramientos, pero al jefe comunal se le pasaron por la cabeza las críticas al estado del pavimento que lanzó el diputado nacional en un recorrido junto a un taxista y un colectivero. En esa conferencia hubo más de una alusión a un segundo mandato del jefe comunal. Pero ya está claro que ni Macri ni Vidal apoyan esa aventura y que gran parte de su gabinete frecuenta a otros candidatos.

No es todo. La película oficialista podría dar un vuelco en su trama después de lo que pase mañana en la Convención nacional de la UCR. Todo hace prever que los radicales solicitarán ampliar la coalición de gobierno y abrir un debate sobre la mejor oferta electoral. Las interpretaciones que puedan tener esas consignas y las concesiones que haga el Gobierno podría abrir un horizonte diferente.

No hay menos incógnitas en la oposición. Una semana después del estruendo de la candidatura a vicepresidenta de Cristina Kirchner hubo señales de que el tablero local permanece sin variantes. Fernanda Raverta mantiene su liderazgo en Unidad Ciudadana y asoma como la candidata a intendente del binomio que la ex presidenta conformó con Alberto Fernández. Están pendientes, claro, las negociaciones del ex jefe de Gabinete con el peronismo no K.

Sin definiciones arriba, abajo los diálogos son amigables. Ariel Ciano, el candidato de Sergio Massa, conversó en buenos términos con Raverta. Coincidieron en un punto: el club de los moderados va teniendo cada vez menos socios. No convergieron, por ahora, en otro: los dos quieren ser candidatos a intendente.

Gustavo Pulti aparece más apartado. Ventiló reuniones con José Luis Gioja, el presidente del PJ nacional, y Alberto Fernández, pero dijo que no ve “muy probable” un acuerdo con Raverta, que en su momento le pidió que aceptara ser candidato a diputado. No hubo, ni hay, acuerdo. El ex intendente parece encaminarse a presentarse con boleta corta, una jugada que en una elección nacionalizada como la que se aproxima lo obligaría a reducir sus expectativas. Una maniobra que, a la vez, emergería como un incordio para Raverta: los votos de Pulti, socio del kirchnerismo en gran parte de su gestión, diezmarían las posibilidades de la diputada de derrotar al oficialismo.

El escenario electoral aún está mixturado con perlas de la gestión de Arroyo. El intendente había tomado a fines de marzo una decisión que fue presentada con aire triunfalista: un aumento de boleto en dos tramos para llegar en junio a un precio de $ 18,50. Fue una determinación que desairó hasta a los propios técnicos del municipio, que habían sugerido un precio de $ 18,81. Lo más sensato para un jefe comunal que aspira a la reelección hubiera sido acordar un único incremento en el año. Como no tomó ese recaudo, vuelve a estar enredado con un pedido empresarial para subir la tarifa.

Por ahora, el intendente ensayó un rechazo sin consecuencias. Pero los empresarios exhibieron en el mismo escrito que le presentaron al secretario de Gobierno, Alejandro Vicente, el flanco por donde presionarán. Que no es distinto al de otros incrementos: recordaron que la Federación de Transporte ya acordó un aumento de $ 2.500 no remunerativos con la UTA para el área metropolitana, que luego bajará al interior provincial. No faltará mucho para que las empresas adviertan que no pueden pagarlo. De ahí a una amenaza de paro hay medio paso.

El ímpetu de Arroyo creció de repente en la conferencia de prensa sobre los nombramientos. El intendente consignó las altas y bajas de personal, insistió en que tiene menos empleados que la gestión anterior y dijo que los hijos de su pareja ya estaban en la municipalidad antes de que él asumiera. Omitió citar los argumentos de los ascensos que les permitieron tomar el control de la Subsecretaría de Inspección General, el área al que hay que recurrir para habilitar cualquier comercio o industria.

El gobierno tiene suerte: el proyecto para impedir los nombramientos en los últimos seis meses de gestión es de una concejal que tiene escasos aliados en el oficialismo y la oposición. Angélica González hizo un pedido para que el expediente se tratara sobre tablas en la última sesión. Los jefes de bloque lo denegaron. Estaba muy fresco el sorpresivo condicionamiento que puso sobre la hora para aprobar el presupuesto de Obras Sanitarias.

Las dos últimas grandes satisfacciones del gobierno no vinieron de ningún funcionario municipal: fueron definiciones del procurador general de la provincia, Julio Conte Grand. El primero fue un guiño a la actuación de la Justicia en los piquetes, que todavía no se vio reflejado en la práctica, y el segundo un dictamen sobre el conflicto por la bonificación docente. Un punto a favor de Arroyo en su siempre tensa relación con el Concejo.

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